Como siempre la despedida de los
más jóvenes fue jovial y bullangera, las hamburguesas daban saltos de alegría y
los comentarios de las bondades del padre Ignacio, fueron exagerados y
bondadosos, no por no merecerlos si no que el corazón juvenil es grande.
Vinieron las anécdotas y los “recuerdas aquel día que...”. Alguno se salió a la
calle para soltar el lagrimón.